La empresa española, por distintos motivos, se decide raramente a internacionalizarse. Cuenta generalmente con productos altamente competitivos, gran cualificación de trabajadores y larga experiencia. Sin embargo, el salto a la exportación o a la implantación en otros países supone un reto y unas dificultades que frenan a muchos empresarios a tomar la decisión. Sorprende comprobar a menudo la ausencia de productos o servicios españoles en los mercados internacionales cuando sabemos con certeza que nuestros productos y servicios nacionales igualan o superan en calidad a los de otros países.